Paulo Bonucci, vicepresidente senior y gerente general de Red Hat para América Latina, explica los cambios culturales y estratégicos que las empresas necesitan para empoderar a las personas.
La visión del futuro no siempre se trata de autos voladores, teletransportación o ciudades inteligentes. Se trata de las personas que hacen posible todo, algo que hemos presenciado en los últimos años.
Estamos al comienzo del año. El año pasado pasó volando y en 12 meses, hemos presenciado innovación, cambio y la famosa «nueva normalidad».
El 2022 fue un año marcado por el regreso a una rutina que ha evolucionado con la pandemia. Sí, una vez más, estoy hablando de ese pequeño elefante blanco en medio de la habitación que obligó a las comunidades, países y al mundo entero a detenerse y reflexionar y, una vez confiados, seguir adelante.
En el centro de todo eso, mientras el teletrabajo se convirtió en la norma y las telecomunicaciones los jugadores estrella, el factor humano brilló bajo las luces del estadio en una jugada magistral donde la victoria fue colaborativa. Las empresas comenzaron a apreciar una forma de trabajo diferente y abierta que implicaba realizar cambios profundos arraigados en la cultura.
Esos cambios fueron tanto externos como internos. El trabajo desde casa, una novedad para muchas empresas a principios de 2020 se ha convertido en el estándar, de tal manera que muchas empresas han decidido adoptarlo como metodología de trabajo para el futuro.
Pero, así como nos permitió tomar posesión de nuestro tiempo y encontrar formas de ser más productivos, también nos privó de compartir espacios comunes, estar conectados y mantener el contacto.
Fue entonces cuando se puso a prueba el modelo de cultura abierta, en el que la comunicación fluida era clave y la confianza en el equipo tenía que ser igual.
Las empresas que se vieron obligadas a adoptar esta forma de trabajar también tuvieron que adaptar su infraestructura tecnológica y encontrar formas de crear cercanía a pesar de estar lejos.
En Red Hat, el trabajo remoto y hoy, un enfoque híbrido, no fue una sorpresa ya que siempre ha apoyado esta forma de relacionarse basada en códigos de fuente abierta.
Una normalidad híbrida
Hoy entramos en una nueva normalidad que se ha vuelto híbrida. Enfrentamos obstáculos y construimos experiencias fusionando elementos presenciales, virtuales y bajo demanda. Para continuar en el juego, debemos priorizar la flexibilidad, que es el factor principal de nuestra cultura.
El software de código abierto prosperó bajo una comunidad de desarrolladores que trabajaban de manera remota y asincrónica, pero con objetivos compartidos. Antes de la pandemia, más del 30% de los Red Hatters ya trabajaban en ese formato.
A lo largo de los años, hemos construido equipos y logrado los objetivos, independientemente de dónde nos encontrábamos físicamente. Fue gracias a la flexibilidad y la disposición que logramos superar la incertidumbre de la pandemia.
Y como todo, requirió un gran trabajo de líderes y equipos para llegar a donde estamos ahora. Y así es como seguiremos haciéndolo en el futuro: Siempre aprendiendo de los errores y priorizando nuestras comunidades para navegar el curso correcto, pero manteniéndonos fieles a nuestra cultura, siendo flexibles y escuchando lo que la gente tiene que decir.
También tuvimos cambios internos, como la nueva posición de Matt Hicks como líder global de Red Hat. Paul Cormier, presidente de Red Hat, dijo: «Matt es el arquetipo del auténtico Red Hatter, y no hay duda de que es la persona adecuada para este puesto».
No debemos temer al cambio porque representa que todavía podemos aprender e innovar.
Las nuevas oficinas de Red Hat en Brasil son ejemplos de esa evolución, con espacios innovadores e inteligentes que buscan mejorar las conexiones y fomentar la colaboración bajo el concepto del futuro del trabajo.
Los Red Hatters y colaboradores pueden elegir cuándo ir a las oficinas y cómo trabajar, ya sea en escritorios, mesas compartidas o cómodamente en nuestros sillones. Este espacio es una renovación del compromiso de Red Hat con sus empleados, pero también es un testimonio de una visión futura en la que el trabajo no domina la vida de las personas, sino que se adapta a ellas.
La oficina solía ser donde solíamos trabajar, pero ese concepto ahora está en el pasado. Al proporcionar la opción de cuándo asistir, lo hemos transformado en un lugar donde es posible reconectar y reunirse.
El futuro del trabajo puede tener momentos en los que podemos olvidar las tensiones y presiones y celebrar la cultura que nos unió en primer lugar. En resumen, se trata de recuperar el verdadero sentido de estar juntos en el mismo espacio: ser una comunidad.
¿Cómo será el espacio de trabajo del futuro?
La llegada de la nube híbrida, por ejemplo, tomó por sorpresa a algunas empresas mientras que otras pudieron adaptarse a ella. El futuro del trabajo parece funcionar de manera similar. Pero, tarde o temprano, todas las empresas tendrán que adoptarlo. Solo así, el futuro se convertirá en presente y soñaremos con lo que después se convertirá en innovación.
El futuro del trabajo también implica crear nuevas oportunidades democrática y abiertamente. La búsqueda del conocimiento es el objetivo, tratando de satisfacer la fuente infinita de curiosidad. Pero prepararse para el futuro puede significar muchas cosas en esta nueva normalidad.
Para algunos, será la educación tradicional, siguiendo un plan establecido con suficiente flexibilidad para adaptarse a los cambios.
Para otros, será una forma de capacitación poco ortodoxa, aprovechando las oportunidades que algunas empresas ofrecen y aprendiendo sobre la marcha.
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